La traducción debería ser vista como interpretación porque es radicalmente descontextualizadora. La diferencias estructurales entre lenguas, incluso entre lenguas con importantes parecidos léxicos y sintácticos basados en etimologías compartidas o una historia de préstamos mutuos o rasgos formales análogos como las flexiones, exigen que, de modos diversos, el traductor desmantele, reordene y, por último, desplace la cadena de significantes que da lugar al texto de partida.
¿Cómo calibramos el diferente significado?
Sin duda, ambas tienen hoy su valor en función de los usos que el lector quiera darles, pero también lo tuvieron en su propio momento histórico, la segunda mitad de la década de 1960.
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